domingo, 5 de enero de 2020

Día #6: Friedrichshain & Prenzlauer Berg

En estos viajes navideños, que llevamos haciendo desde hace ya unos cuantos años, hay una cosa típica que solemos hacer para celebrar el día de Reyes. Y es buscar algún lugar típico donde degustar un buen brunch. Hay veces que lo hacemos coincidir con la propia festividad y otras, como este año, que por conveniencia, pues lo hemos adelantado a hoy sábado. Y es que o bien sábado o bien domingo es cuando ofertan esta opción en la mayoría de los sitios (y mañana domingo lo tenemos planificado con otras cosas... más culturales)

Así que con el estómago metiendo ruido nos hemos dirigido al barrio comunista de Friedrichshain, que ha sido un barrio de espíritu obrero, el barrio de los trabajadores y de la industria. Joven, dinámico, alternativo, canalla, vibrante... en este barrio, conocido como "Fashionshain", se respira el espíritu rebelde de Berlín en sus mercadillos, tiendas vintage, clubs y locales donde mandan el mestizaje y la fusión. Es uno de los barrios más populares entre quienes van en busca de la vida alternativa de Berlin, lleno de opciones tanto diurnas como nocturnas. No era la mejor hora, pero en esta antigua fábrica de repara Ion de trenes, está RAW, un centro alternativo con clubs, discos, una pista de skate y mucho grafitti...




Incluso un bunker que, a pesar de su enorme tamaño, es fácil de pasar por alto. Para empezar, el monolito de hormigón se mezcla perfectamente con los restos de la fábrica. Y lo que es más, no parece un búnker, sobre todo porque ahora se utiliza como la instalación de escalada al aire libre más alta de Berlín!

La lluvia ha continuado donde lo dejó la noche anterior y nuestro paraguas nos ha acompañado buena parte de la mañana.  Teníamos el destino bien claro: Silo Coffee. Sus brunch son de lo más demandado por la gente local que se acerca a este pequeño lugar a degustar sus especialidades... que la verdad, son cualquier cosa que tengan en su carta. Uno de los mejores brunch que hemos degustado en tiempo. Una mezcla de sabores, texturas, todo en su punto, con un servicio atento, joven y tranquilo, sin prisas, cosa que se agradece en este mundo en el parece que hay que ir corriendo a todos los sitios, sin pararnos a disfrutar de pequeños detalles...


Esta cafetería está al lado de una de las placitas con más encanto que hemos visto hasta la fecha, y no lo decimos por los monumentos que haya en ella (ninguno, la verdad), sino por su ambiente de barrio bien, con su mercado de los sábados, las familias comprando (este mercado ha estado en marcha durante más de 110 años; anguilas, tofu orgánico hecho con soja alemana, el pescado ahumado al instante, los zumos frescos, las aceitunas turcas, las salchichas italianas y mucho más. La lista es interminable...), las pequeñas tiendecitas alrededor...




Dejando atrás esta zona, el contrate lo ofrece Kino Durchsfenster, una antigua casa ocupada, pintada de colores brillantes, que es uno de los lugares más fotografiados de Berlín.



Cerca, el Kino Intimes es un pequeño cine de más de 100 años que sigue siendo el verdadero, ya que muestra películas alternativas en tiras de película antiguas para pequeños presupuestos.

Después de la guerra, Friedrichshain fue duramente castigado y pasó a formar parte del bando soviético tras la repartición de las diferentes zonas de la ciudad. Las autoridades comunistas experimentaron con la creación de enormes bloques de hormigón e inmensas avenidas. El resultado es un barrio que, aunque conserva una parte de su trazado original intacto, también posee algunos de los edificios más feos de Berlín. A lo largo de la Karl-Marx-Allee y Frankfurter Allee (la antigua Stalinallee) se construyeron una hilera de prestigiosos edificios que recordaban a la época de esplendor en Moscú, aún conservados.



















Por el camino, también mosaicos y murales muy sovieticos (por un momento nos trasladan a Tiblisi, en Georgia, donde pudimos disfrutar de este tipo de arquitectura a lo grande el pasado verano).




La lluvia ha querido ir a más y nos ha ‘obligado’ a hacer una parada técnica en el camino. Además, estas avenidas son enooooooormes y ya llevamos una buena paliza encima. Así que, aprovechando que estábamos cerca de la mejor pastelería de la ciudad , hemos repetido el schnecken de canela y manzana con su capuccino. Que conste que si no es por la lluvia......... no..... no nos engañemos, hubiéramos parado igualmente!!!


El plan ha sido perfecto, porque las predicciones meteorológicas se han cumplido, y al salir la lluvia había cesado y el cielo ha ido despejándose como si no hubiera pasado nada... Desde aquí, nos hemos acercado a visitar el Centro de interpretación del Muro de Berlín. No está precisamente escondido, pero es una sorpresa (y una pena) que mucha gente lo pase por alto porque ya ha visto una parte del muro en Potsdamer Platz o East Side Gallery. Un lugar que muestra la crueldad de levantar un muro y dividir una calle en dos sistemas políticos diferentes, es Bernauer Strasse. En esta calle, la construcción del muro marcó un antes y un después. Vecinos, familiares, amigos que quedaron separados, en muchos casos para siempre. Y no fueron pocos los que intentaron saltar el muro, y murieron abatidos por los vigilantes durante su intento. Un barrio, una vida cotidiana hecha añicos por otro muro de la vergüenza. Aquí puedes encontrar información sobre este lugar y lo que significó en la historia de la ciudad (imágenes, fotos, vídeos). La exhibición al aire libre se sitúa sobre la frontera original y combina restos del muro con el Monumento en Memoria de la Ciudad Dividida y las Víctimas de la tiranía comunista.








El muro no era único, sino que había dos. Ambos estaban separados por un espacio donde patrullaban los soldados y con torres de vigilancia. Precisamente, en el espacio entre los dos muros quedó una de las iglesias del barrio, la Iglesia de la Reconciliación. Es el producto de diseños de los arquitectos Rudolf Reitermann y Peter Sassenroth. Se les encargó la reconstrucción del original después de su destrucción en 1985, bajo las injustas órdenes de la RDA de eliminar los edificios situados demasiado cerca del Muro de Berlín. El nuevo edificio es de forma ovalada y consta de varios miles de delgadas columnas de madera. La estructura combina con éxito lo natural con lo moderno gracias a su forma única y a los materiales de tierra utilizados para su formación.


Casi sin darnos cuenta,  hemos cambiado de barrio. Estamos en  Prenzlauer Berg, un barrio que ha sufrido numerosas transformaciones a lo largo de su historia, pero siempre ha permanecido arraigado al carácter bohemio que lo identifica. Es algo similar a Friedrichshain, sólo que con más bebés y menos punks. Friedrichshain es más alternativo, ruidoso e inquieto, mientras que Prenzlberg es relajado y aburguesado. Y eso se puede ver (y disfrutar) callejeando sin rumbo por sus calles.





Curioso ver cómo el tema del reciclaje está en el ADN de los berlineses dede muy pequeños, incluso con los árboles naturales de Navidad que se depositan en la calle para su recogida.


Otro detalle que nos está llamando la atención es que en casi toda la ciudad hay baños públicos... pero son como los portátiles que ponen en España en eventos y fiestas.

Nos hemos acercado a la explanada de una antigua fabrica de cerveza reconvertida en complejo cultural de Kulturbrauerei, para visitar el Museo de RDA, que muestra cómo era la vida en esta parte comunista del Muro, en la calle, en las tiendas, las casas, etc.









Y con esto... y un delicioso currywurst, hemos puesto fin a la maratoniana jornada de hoy.


Seguiremos informando.

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